EL MERCADO ABRE

Y ahora por fin pueden ir tras bambalinas. Trabajar, lejos de los focos, para construir un Milán aún más fuerte que el que acaba de ganar el 19º Scudetto. A Paolo Maldini y Frederic Massara no les gusta ver su nombre en las páginas de los periódicos todos los días: sin embargo, como hombres experimentados en el fútbol, ​​​​no se habrán sorprendido, dada la singularidad del asunto relacionado con la renovación del contrato.

Ahora que la firma de los nuevos contratos es segura, los créditos finales pueden desplazarse hacia abajo en la telenovela de junio. El Milan seguirá adelante con el proyecto de crecimiento sin renunciar a dos de los principales artífices de la compañía tricolor, la afición no perderá el punto de referencia que ha representado hasta ahora la leyenda de Maldini, Pioli podrá seguir contando con el talento para los jugadores de un formidable “cazador” como Massara. Y para el Diablo comienza la fase dos: aquella en la que se hará el mercado en serio.

“Un poco tarde, pero aquí estamos”, es el concepto expresado por Maldini cuando salió de Casa Milán, anunciando el fichaje en los papeles sudorosos. El d.t. y el d.s. siempre se han mantenido alertas y activos, independientemente de sus historias personales. Pero es bastante claro que ninguna operación importante podría llevarse a cabo sin la legitimación oficial de su papel.

Divock Origi fue la excepción, pero su llegada fue posible porque era una compra ya definida en cada parte. Sin embargo, para asegurar algunos de los otros nombres identificados para entregar un Milán más fuerte a Pioli, primero se necesitaba este paso formal. Douglas Luiz (ahora perdido Sanches) en el centro del campo, Traoré, Lang, De Keteleare, Asensio, Ziyech, Dybala y Draxler entre los candidatos a las posiciones de ataque por detrás del delantero centro, Diallo y Kehrer en defensa… la lista de los perfiles es larga y de alto nivel, pero inevitablemente será hojeado para perfilar los verdaderos elegidos.

El problema son esos 50 millones de presupuestos que, netos de ventas o de reventas, limitan el margen de actuación de los dirigentes milaneses. Más allá de la mala sensación -verdadera o supuesta- con el director general Ivan Gazidis, el punto en torno al cual giraban las perplejidades de Maldini estaba relacionado con la definición de los roles y la claridad necesaria para desempeñar su tarea de la mejor manera posible, sin malentendidos.

Antes de llegar a las firmas, en este sentido, fueron necesarias muchas revisiones del texto. Y así llegamos al borrador final de los contratos, que fueron elaborados por el fondo Elliott, como es normal que esté a la espera de la transferencia de propiedad. Cuando RedBird complete el cierre, será la vida cotidiana mostrar si el acuerdo general entre Maldini y el fundador Gerry Cardinale se aplicará plenamente en los hechos. Mientras tanto, al menos, Paolo y Massara pueden volver a hacer lo que mejor saben hacer. Y el Milán finalmente ha salido de este extraño limbo, del que todos hubieran prescindido gustosamente.

Hablando de largas esperas: la del Milan por el centrocampista ofensivo de ensueño lleva ya un par de veranos. Hace un año Calhanoglu ya se había mudado al Inter y los terrenos rossoneros del número 10 se habían convertido en tierra de nadie: a mediados de julio Maldini y Massara traerían de vuelta a Milán a Brahim Díaz, encargándole la prestigiosa camiseta de inventor del fútbol, ​​pero el casting para el mediapunta de incorporarse al español habría acabado sin ganadores.

En cualquier caso, ganó el Milan, porque a pesar de todo Pioli encontró el lugar adecuado para suplir la falta de imaginación, pero la música no ha cambiado hoy: el verdadero 10 es la obsesión que martillea al técnico y a los directivos y es probable que el grueso de las inversiones de este mercado se centrará en el hombre del regate y la magia. ¿Y si en el circuito entrara Paulo Dybala? Es una posibilidad, aunque para entender cuándo y cómo podría darse el golpe habrá que… esperar. Y los tiempos, en el caso del argentino, lo son casi todo.

Porque ahora mismo Dybala está suspendido en una burbuja. La cancha del Inter arrancó prácticamente al día siguiente de la ruptura con la Juve y Paulo devolvió las atenciones: desde abril hasta hoy ha habido guiños, alusiones, encuentros y salidas, obviamente incluyendo una oferta oficial para el estreno de lujo de la Serie A. El Inter ha puesto en el plato 5 millones por temporada más una bonificación ligada al número de partidos disputados, pero han pedido tiempo.

Hora de hacerle sitio a Dybala: con la llegada de Lukaku, el ataque de Inzaghi se masifica y debe reducirse por cuestiones técnicas y presupuestarias. Mientras tanto, sin embargo, es inevitable que la percepción de la situación pueda cambiar los matices, y quizás incluso las expectativas: si hasta hace poco el Inter era una pista sólida, casi segura para Dybala, ahora Paulo siente que esas certezas pueden desvanecerse con el paso del tiempo.

Y es en este contexto que el Milán puede entrar, siempre que se desaten un par de nudos. El primero es de carácter económico e implica las condiciones imprescindibles para que la negociación despegue de verdad: las pretensiones del argentino (7,3 millones por la Juve en el contrato vencido ayer), deberían caer aún más respecto a la propuesta del Inter de 6 millones por año.

Además del dinero, entonces, en Casa Milan hay una discusión táctica: el debate sobre la compatibilidad de Dybala con el sistema de juego de Pioli y con su equilibrio ha estado abierto durante algún tiempo, y es probable que continúe. Si Maldini y Massara están convencidos de que la alquimia puede funcionar, se tomarán medidas. Inter permitiendo, por supuesto.

¿Alguna vez has visto que no se repite un escenario a lo Tonali, seducido por el Diablo justo cuando estaba a punto de vestirse de nerazzurri? Eso sí, aquí no hay corazón que palpite solo y siempre por el Milan, pero hay un campeón que no piensa demorarse demasiado: en noviembre se juega un Mundial que Dybala no se quiere perder, y para convencer al técnico Scaloni, Paulo necesita empezar con buen pie. Preferiblemente en una gran liga de la Serie A, campeonato que se adapta mejor a los ritmos y estilo de la Joya.

Luego están los candidatos en el punto de mira, aquellos por los que el Milan podría moverse próximamente, ahora que los fichajes de Maldini y Massara le abrirán el mercado al campeón italiano. El ex-capitán, por ejemplo, puede mover las aguas en el frente de Asensio dejando a la Real: las relaciones entre Paolo y el Madrid facilitan la negociación, la bonificación fiscal del Decreto de Crecimiento puede ayudar para el sueldo del español (6 millones por temporada).

El Milan también podría gozar de beneficios fiscales para Draxler (cuyo sueldo en el PSG ya está al alcance de las arcas rossoneri), mientras que para De Ketelaere habría que invertir sobre todo en la ficha: el Brujas parte de 35 millones de valoración, la más cara de todos los examinados en via Aldo Rossi. Lang, otra estrella del Brujas, es más asequible: se necesitan 20 millones, Arsenal y Leeds también le siguen la pista, pero el holandés espera al Milán desde mayo, cuando su séquito se reunió con la directiva rossonera en Milán.

En el fondo queda Hakim Ziyech: los obstáculos son el sueldo y los costes, y el Chelsea es un hueso duro de roer. Incluso si la operación Lukaku abrió escenarios inimaginables. 

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